lunes, 18 de abril de 2011

Una difícil solución

La cañada real es un poblado chabolista que surgió hace unos 30 años en las afueras de Madrid.
Las viviendas existentes son o bien chabolas de unas características infrahumanas, o bien grandes casas con más comodidades de las que la gente de clase media-baja puede permitirse.




El reportaje anterior muestra uno de los miles de casos que existen en este foco de asentamiento ilegal.
El debate reside en qué hacer con este poblado. Se propone derrumbar muchas de estas casas, pero si esto se lleva a acabo habría problemas, y si no, también. 

Por una parte estas familias no podrían ser desalojadas de sus hogares. El primer motivo es que ante todo son personas, y esto implica que tengan ciertos derechos inviolables. También, la mayoría de las personas no tendría donde ir, y si anteriormente ya vivían en penosas condiciones de vida, ahora no tendrían ni siquiera un techo bajo el que refugiarse.

Pero por otro lado, son terrenos ilegales, y estas familias no pagan ni por el terreno, ni por la luz, el agua, ni la recogida de basura que se lleva a cabo cada cierto tiempo, mientras que los demás tenemos que pagar por todo esto, lo cual no es nada justo.

Además de las situaciones en las que las familias sobreviven como pueden, también hay gente con trabajo y con un sueldo razonable, que aprovecha este lugar para construirse grandes casas aprovechando que no tienen que pagar ni el terreno, ni los gastos a los que una familia normal tendría que hacer frente como son la luz o el agua. Y luego se quejan de que sus casas puedan ser derribadas, cuando en el momento en el que decidieron construirlas, ya sabían que eran terrenos ilegales.

Y que decir del gran problema de la droga. La cañada es uno de los focos más grandes de venta. La gente que reside allí tiene que enfrentarse a una vida llena de droga, y pocos serán los casos en los que esa gente, acostumbrada a ver como normal el consumo de drogas, no termine cayendo en ella.


Pero, ¿qué hacer ante esta desastrosa situación?
Lo único claro es que si se hubiera puesto solución hace 30 años, esto no habría llegado hasta tal extremo. Pero ya no sirve de nada arrepentirse, y lo que se debe hacer es intentar poner soluciones, y cuanto antes, mejor.